El docente en la sociedad reciente se convierte en un
ser partícipe activo acorde con los nuevos roles que debe asumir en la sociedad
del conocimiento. Aprovecha los nuevos y generosos recursos que nos ofrecen las
herramientas de las plataformas virtuales para aplicarlos a la educación. Se
produce una modificación de las funciones que tradicionalmente han venido
acompañando a la figura del profesor.
El docente
cumple un rol amplio (pedagogo, orientador, gestor y administrador de aulas
virtuales, mediador social, evaluador) que repercute principalmente en el
fomento e incremento del pensamiento reflexivo y crítico, creativo, innovador y
tiene la capacidad de adaptarse a la generación Net.
Implícito en el contexto de
aprendizaje, el profesor universitario adopta un nuevo rol relacionado con la
“imagen de orientador y guía de aprendizaje”, guiando a la comunidad
estudiantil en lo que respecta a la búsqueda y comprensión de los
correspondientes aprendizajes. Los recursos de los medios informáticos también son
empleados para motivar, estimular el interés (la atención) de los alumnos
durante el proceso de enseñanza de las diferentes materias.
La enseñanza virtual
es diferente a la presencial, los escenarios virtuales son espacios donde la
mayor parte de la comunicación transcurre de manera asincrónica. Ante tal
situación, se debe hacer hincapié en las destrezas que proporciona la
comunicación:
- “capacidad
de conseguir un clima agradable en los procesos de enseñanza y aprendizaje,
capacidad de adaptación a las condiciones y características de l@s distint@s
usuari@s,
- capacidad
de orientación realista de la planificación del trabajo docente, mentalidad
abierta para aceptar nuevas propuestas y sugerencias, así como de introducir
reajustes en la planificación,
- capacidad
de trabajo y constancia en las tareas de seguimiento y proporcionar un feed-back inmediato a los requerimientos de los
alumnos y alumnas y
- predisposición
a adoptar roles docentes polivalentes” (FUNDESCO, 1998; citado en Osuna, 2007: 48).
Otro objetivo del
profesor es facilitar la enseñanza y “asistir” a solucionar cualquier obstáculo
que el alumno se encuentre en la senda del aprendizaje. El docente enseña a
interpretar la información para la construcción del conocimiento.
El tiempo en la enseñanza toma un rumbo diferente al adoptado
hasta hoy, se diversifica y se administra de distinta manera. En la actualidad
la actividad central se manifiesta en el tiempo dedicado a las tutorías (al
factor individual), y menos al consagrado para las labores de explicación,
exposición anclado en el modelo unilateral.
Los docentes con la
aplicación de las nuevas tecnologías tienen la opción de destacar la labor
autónoma o grupos reducidos de alumnos como modelo de construcción de conocimiento
en base a tareas de razonamiento y rastreo virtual.
Las bibliotecas
electrónicas y las versiones electrónicas de revistas (entre otras, Dialnet en la Universidad de la Rioja) son algunos de los
ejemplos de los recursos de las universidades.
El profesor también es partícipe activo en la
elaboración de los recursos para el aprendizaje a través de las herramientas
que nos proporcionan las nuevas tecnologías. En este proceso el docente tiene
la posibilidad de ser autor y diseñador.
“El autor
es aquel que ha creado el material en bruto y que es un experto en la materia y el diseñador es un
experto informático y educativo. El autor posee con frecuencia más experiencia
como escritor (en forma de artículos y/o libros), lo cual puede conducir a un
material inapropiadamente diseñado para un producto que debe ser utilizado en
una pantalla de un ordenador. No es adecuada una traducción directa del
lenguaje escrito en forma de texto, el lenguaje audiovisual propio del
multimedia. Por ello, el diseñador actúa como un intérprete técnico y
pedagógico de estos lenguajes (como un representante del estudiante ante el
autor y viceversa) y, por consiguiente, ha de ser capaz de asimilar el
contenido al mismo tiempo que mantiene la perspectiva del alumno. Los costes y
beneficios de esta acción dependen de la calidad de la comunicación que se
establezca entre el autor y el diseñador y, por tanto, de la gestión del
proceso” (Valverde Berrocoso, Jesús y Garrido Arroyo, María del Carmen; 1999,
50).
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